Esta mañana me he levantado con la impresión de ser invisible. Tanta fue mi sorpresa, el descubrir, que no era yo el invisible, si no el resto del mundo.
Saliendo de casa para coger el tren de las 08:30, a la altura de la fruteria, yacía un cuerpo, inerte, sin vida. Nadie reparaba en él. Un perro muerto hubiera llamado más la atención.
Al tiempo, vinieron los cuerpos del estado, y sus forenses, a firmar el acta del fallecido. reían y quedarían para tomar copas más tardes. No deshumanizo su labor, pero es un acto que siempre llama la atención. Mientras el desconocido seguía impasible su destino.
En el bar cercano se rumoreaban historias:
.- Buenos dias.-
.-¿Que le pongo?.-
.- Un café con leche… ¿ Que ha pasado ahí al lado?.-
.- Han encontrado un muerto. Aquí tiene. ¿Quiere algo de bolleria?.-
.- No, gracias. ¿Me das cambio para tabaco?.-
Se nota realmente el sufrimiento de la gente en estas circunstancias.
Al entrar en la estación me he encontrado con una amiga que suelo ver algunas mañanas.
.- Buenos días Angeles.-
.- Buenos días Miguel.-
.- ¿Has visto el muerto que había cerca de tu casa en frente de la frutería?.-
.- ¿Donde hay una frutería?.
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